Voy en el camino. No me preocupo por la distancia, siempre he sido medio inconsciente... solo medio. Hacer tan largo viaje en una bicicleta, ni siquiera me lo he preguntado. Pero es que no me importa tanto llegar; no que no me importe. Lo que deseo es hacer el recorrido. El paisaje va cambiando muy de apoco. Lo difícil son las pendientes en contra. A veces tengo que bajar cuando son muy pronunciadas y hacer el trayecto a pie.
Voy solo, como siempre en mis sueños. Me encuentro con personas, unas que van y otras que vienen. El camino de pronto se hace más difícil pero sorprendentemente no me molesta ni me detiene. Siempre me han gustado las montañas, los pueblos de la sierra. Su frío, las ropas de las personas que los habitan y su manera de hablar. Tantas cosas. Mis vidas; aquellas que ensayo cuando me creo despierto, que es otro modo de soñar.
Cada lugar guarda historias, anhelos, nombres. En una parte la neblina; voy a dejar de pensar para concentrarme en la ruta. Pero me es tan difícil. Y si dejo de pensar, ¿no será que muero? ¿Eso será la muerte, o al menos su anticipo? Creo que busco y no me lo confieso porque tal vez sé que no encontraré.