Vamos andando esta noche de luna arrebatada al vacío.
¡Tanto que leer y tan poco tiempo!
Soñar con un bucle, en el que insista un momento y un lugar que se repita, habitándolo de infinitos modos.
Un callejón, una puerta. Todo parece banal. Pero al abrirla, de un modo cifrado y misterioso, la otra escena.
Y entonces, sin apremios ni silicios, sin espantos, apartar ese mundo que se quedó atrás.
Abro la puerta interior, subo las escaleras y me abandono en el deleite de los espacios y sus maravillosos objetos, imperturbables.